5 de enero de 2012

COMO CADA 6 DE ENERO

En estas fechas me pongo de lo más sentimental.

Tengo 44 años y apenas hace 1 año fui consciente de la identidad de los Reyes magos.

Así mismo como lo leen. Yo tan grandota, para algunos tan viejota, con tres hijos y creyendo en los Reyes Magos.

En mi casa fue una tradición sin igual. Cuando fuimos creciendo y empezábamos a recelar sobre la identidad de los queridos magos, mis papás nos decían: “Les van a traer regalos mientras continué creyendo, el día que ya no crean SE ACABO y se acaba para siempre”. Recuerdo que mi madre agregaba “No crean que vamos a ser como esos padres solapadores que van a comprarles los juguetes a los niños incrédulos, si ustedes no creen pues ya no creen y punto.” Entonces ya no se hablaba más del asunto y los regalos seguían llegando; cada 6 de enero, allí estaban abajo del zapato.

Llenaron mi infancia, de magia, de sueños, de fe, de esperanza y a diferencia de muchos otros que sienten una gran desilusión cuando saben que los Reyes no son como los imaginaban, cuando yo descubrí quienes eran, comprendí que eran más mágicos y mucho más maravillosos de lo que siempre había creído.

Mi mamá era muy estricta y muy pegona, mi papá muy juguetón y bromista. Pero tenían toda la seriedad, compromiso y entrega del mundo para subir cargados de regalos por aquél callejón interminable y no eran regalos para 1 o 2 pequeñas, fuimos en principio cuatro. ¿cómo hicieron para subir con 2 bicicletas y 2 triciclos, 8 muñecas, 8 prendas de ropa y 4 cajas de galletas? SI ESTO NO ES MAGIA, SI NO FUE UN MILAGRO, ENTONCES ¿QUE FUE?

Recuerdo también con gran emoción y respeto que mi madre nos ayudaba a escribir las cartas. Toda formal y elegante como siempre fue mi madre. No se nos permitía el clásico Santos Reyes este año voy a pedir bla bla bla. Por supuesto que no, teníamos que mostrar respeto pues no estábamos hablando con un compañerito.

Nuestra carta debía empezar con un: Queridos, Adorados, Entrañables. A continuación venían los agradecimientos por todos los regalos que habíamos recibido el año anterior y cuanto nos habíamos divertido con ellos. Les contábamos como estábamos en la escuela y les deseábamos un montón de cosas que se nos ocurrían lo mejor para ellos. Luego ya venían las peticiones que no podían ser más de tres.

Nunca me sentí desilusionada por lo que los reyes me traían, porque no acostumbrábamos pedir determinada muñeca o el cochecito de marca tal por cual. En ese mundo de magia en que nos envolvía mi padre y mi adorada abuela Ana María, pedíamos cosas mágicas y tanta era nuestra confianza que así fuera un vulgar trastero de lámina para nosotros era mágico.

Fui creciendo y cuando estuve en secundaria, divulgaron el chisme que los Reyes no existían, esa noche lloré como nunca y les pedí una prueba, no podía creer en aquello que me habían contado. Los soñé, cabalgué con ellos surcando por cielos cuajados de estrellas y momento a momento mis dudas se despejaban.

Llegó el momento de partir de casa, me casé y esperaba a una hermosa niña. Si, así como lo leen, todo al mismo tiempo. Como me casé a mediados de año, ni pensé en los Reyes, pero acercándose las posadas ya estaba segura que ese sería mi primer año sin tener mi regalo de Reyes. Para colmo de mis males el doctor me dijo que mi hijo (no hija como yo esperaba desde hacía más de 15 años) nacería en Febrero y no en Enero como yo aseguraba. Pero no estaba todo escrito, llegó mi pequeña, (así como lo leen, niña, n i ñ a, así tal cual la había pedido) el día 6 de Enero. Y no solo eso, al volver a casa, regalos, muchos regalos de mis queridos Santos Reyes.

A mi hija también le trajeron regalos y no solo de aquellos que se adquieren en centros comerciales, entre muñecas, rompecabezas, dulces y trastecitos, también entregaron rayos de luna guardados en un alhajero solo para ella.

Cuando tuvo principios de anorexia, por cierto una época no muy agradable, vomitaba casi todo, le trajeron unos chocolates mágicos. Solo tenía que saborear uno antes de tomar sus alimentos y Tataratan, MAGIA, todo le sabía a helado de vainilla o a quesadilla, lo único que en aquél entonces toleraba. Superamos la anorexia (ahora está a dieta, jajajajajaja. Es broma).

Y a mi hijo, a mi amado hijo. Casi nunca ha pedido nada para él. Sus cartas son para agradecer por lo que le han traído, lo feliz que se siente de tenerlo. Pide cosas para su familia y cuando ve sus regalos ¡QUE CARA! ¡VALE LA PENA ESTAR VIVA SOLO POR VERLE! Ahora tiene 15, estoy casi segura de que, como yo a su edad, ya conocía la verdadera identidad de los Reyes, y ahora sus cartas son más hermosas, ahora hasta se siente orgulloso de los reyes que le tocaron.

Y mi Nena, con sus 22 añotes, escribiendo todavía su cartita.

Ya ni se diga Ana María, que no solo escribe cartas, las adorna lo mejor posible, son muy gruesas y pesadas de tantas calcomanías que les pone y no solo eso, prepara un banquete completo para los Santos.

La magia sigue aquí. Los sueños vuelven, la esperanza retorna. Tengo ganas de seguir viva, de vivir, de crear de transmitir.




Tenía yo 31 años cuando mi Rey se fue, un 20 de septiembre como siempre lo supo; en la misma fecha en que mi Mita partió. Esa Navidad fue muy triste y nadie esperaba un regalo pero como siempre mi madre sacó la casta y allí, como cada 6 de Enero bajo mi zapato estaba un regalo.

Años más tarde mi querida madre enfermó de cáncer. Algunas veces le costaba comer, otras no se podía mover y hasta respirar le resultaba doloroso, la operaron un 20 de diciembre y el 6 de enero, como cada 6 de enero, allí estaba mi regalo. Un milagro de amor, un verdadero milagro. ¿Cómo hizo ese rey para tener regalos en el hospital? ¿Cómo pudo con una sonda atravesando su cuerpo y un dolor partiendo su corazón viajar para tener un regalo? Por vez primera no había regalos en mi zapato, los habían dejado en el hospital.

Al siguiente año otro terrible septiembre, poco antes de su cumpleaños mi madre continuo su viaje. Todavía la extraño, pero su legado de disciplina, orden, fantasía, sueños  y amor continúa.

Y yo sigo, como cada 6 de enero encontrando un regalo bajo mi zapato.

4 comentarios:

  1. Esa magia de la que gozaste,esa espera que solo un niño puede tolerar es la increíble fuerza que solo un padre y una madre pueden obsequiar a su mejor regalo de vida, el amor incondicional...

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    1. En efecto, de mis padres recibí lo mejor, su amor incondicional.

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  2. Wow. tia que bello que compartes toda esta magia, y si dios me lo permite y algun dia tengo el don de tener hijos,are lo mismo por que quiero que se den cuenta que la magia no es solo una ilucion si no que siempre esta

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    1. Hija, ahora que leo estas palabras tu ya tienes a dos hermosas hijas y se que lo estás haciendo muy bien, llenando su vida de amor y magia.

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